domingo, 17 de mayo de 2020

La otra cara de la soledad.


LA OTRA CARA DE LA SOLEDAD
Es común que la soledad sea vista como algo negativo y perjudicial. Esto es así porque se asocia con la tristeza, la depresión y la desesperación. Sin embargo, la soledad tiene una cara positiva necesaria para el crecimiento personal, que en numerosas ocasiones pasa desapercibida. Se suele identificar esta cara negativa como universal por lo que existe en torno a este concepto.

Deberíamos preguntarnos: ¿por qué, en general se rehúye de la soledad? La respuesta es que son muy pocos los que encuentran compañía con ellos mismos. La soledad es la mejor vía que nos acerca a nosotros mismos. Únicamente, cuando estamos solos, con nuestros pensamientos y emociones somos capaces de conocernos un poco mejor y de saber apreciar nuestra compañía. 

INTROSPECCIÓN
Cuando estamos con otras personas nos centramos más en su presencia y en el tema de conversación o sobre lo que estamos conversando. De esta manera pasamos por alto muchas cosas que nos pasan desapercibidas que si estuviéramos solos. Cuándo estamos solos, observamos mucho más a nuestro alrededor, nos centramos más en los pequeños y reveladores detalles. Detalles como países, algo que se dijo, otras personas, elementos, y un largo etcétera. 

Aprender a convivir con uno mismo y con su introspección es un ejercicio muy importante para conocerse como persona. Saber disfrutar de nuestra soledad y de la introspección y de la única compañía de nuestro yo fortalece nuestra autoestima. También nos enseña a respetarnos a nosotros mismos. 

Uno debe conocerse a sí mismo. Porque, aunque esto no sirva para conocer la verdad, al menos es útil como regla de vida, y por tanto, nos aporta conocimiento. 

Estar solos también nos permite poner los problemas en perspectiva y analizar con detenimiento lo que nos hace felices y lo que nos disgusta. Es un paso fundamental para entender nuestras emociones, sentimientos y actitudes, pero también los de los demás. Algo que nos ayudará a mejorar las relaciones interpersonales y la empatía. 

Ya que, si no sabemos poblar nuestra soledad, tampoco se sabrá estar sólo en una multitud atareada. Hay que aprender a dominar la soledad, no que la soledad nos domine a nosotros. Es, sabiduría, pasar momentos en soledad, conocernos a nosotros mismos y separarnos, de vez en cuando, del bullicio que supone la compañía constante. De este modo, nos fortalecemos como personas y crecemos como individuos. 

LA CREATIVIDAD
La creatividad es algo que se desarrolla principalmente cuando se está en soledad. Hay que pasar tiempo en soledad para trabajar y explotar la creatividad y mejorar el talento personal. Un escritor que no pase tiempo en soledad, difícilmente podrá trabajar su talento literario y, en consecuencia, no podrá desarrollar ningún libro. El proceso creativo se desarrolla sin ningún tipo de compañía. Sin embargo y en contraposición, hay personas que son creativas en compañía: trabajando en grupo, con su pareja, amigos o familiares. Y, es que, nuestro talento es aquello que se cultiva en soledad, y posteriormente, nuestro carácter, en las oleadas tempestuosas del mundo. Como podemos ver, es un sano ejercicio intelectual el pasar tiempo en soledad con nosotros mismos. 

En el otro lado, está la cara negativa, que pueden llegar a ser muy grave y perjudicial, pudiendo llegar a entrañar peligro en el desarrollo normal del individuo. La soledad tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes; por tanto, hay que aprender a tolerar dicha soledad. 

La soledad es beneficiosa cuando es voluntaria y tiene carácter temporal. Permite reflexionar con calma, conocerse, descubrir fortalezas y mejorar actitudes, además, de favorecer el trabajo artístico. Sin embargo, no hay que dejar que la soledad se apodere de nuestra vida ni aislarse continuamente por no ser conveniente para nuestra salud mental. 

Hay que saber beneficiarse de la soledad y que no sea ella la que se beneficie de nosotros en nuestro inconveniente y que nos perjudique de cualquiera de las formas.

viernes, 3 de abril de 2020

Onicofagia. El terror en tus dedos.



EL TERROR EN TUS DEDOS

LA ONICOFAGIA
La onicofagia es el hábito compulsivo de comerse las uñas ante un estado de ansiedad producido por el miedo. Generalmente de los dedos de las manos ante una situación angustiosa o que causa temor de cualquier tipo. Es un tipo de compulsión. En los casos más graves si no se trata puede agravarse en un problema emocional. Es un mal hábito que nos lleva a comernos las uñas y que lleva un problema subyacente a nivel psiquiátrico o psicológico. 

Con el tiempo, puede causar diversas lesiones físicas en los dedos de las manos y en las uñas mismas. Problemas en los dientes, deformación de la cutícula, infecciones, formación de hongos o bacterias. En los más graves puede provocar la pérdida total de la uña o producir daños estructurales importantes. 

Se suele dar esta conducta compulsiva en niños, un 35 por ciento, y en adolescentes alrededor de un 45 por ciento  y en raros casos, en adultos. Padres con trastornos mentales hacen propenso este trastorno en el hijo aunque este tipo de conducta tiende a desaparecer en la adultez. Suele ser un tipo de conducta de aprendizaje en la niñez, derivándolo luego a otros hábitos compulsivos por desplazamiento: morder el bolígrafo, fumar, mover el pelo, etc. 

¿Te has preguntado el porqué?
Todas las personas que se muerden las uñas coinciden en la afirmación de que no pueden dejar este hábito, no tienen consciencia del trastorno obsesivo compulsivo y no pueden llegar a pararlo si no es por un gran esfuerzo de voluntad o por un profesional.
El terror en tus dedos se produce por este mal hábito y en algunas ocasiones por hechos externos que tienden a que aparezca: una película de terror o una escena que nos causa cualquier tipo de temor o de estrés.  
Causas de la onicofagia:

  • ·         Calmar los momentos en los que se encuentran nerviosos, angustiados o ansiosos.

  • ·         Estrés diario y hechos decisivos: una entrevista de trabajo, un examen, etc.

  • ·         Ante una psicología obsesiva que tiende a descargar mediante una compulsión para rebajar la ansiedad.

  • ·         Cambios drásticos en la vida de una persona.

  • ·         Personas que padecen miedo, frustración, rabia, baja autoestima, timidez, obsesiones, perfeccionistas, con tendencia a preocuparse demasiado. 

 
La onicofagia está considerada dentro del espectro obsesivo compulsivo por ser una conducta compulsiva. Suele ir acompañado de algún trastorno psicológico paralelo, tales como la ansiedad, aliviando ese estado el morderse las uñas. 

El terror en tus dedos puede llevar a mostrar unas uñas severamente dañadas y unos dedos deformados en los casos más graves. 

¿Qué se puede hacer ante semejante trastorno?
Cambiarlos por hábitos más saludables. Es necesario estar inmerso en un tipo de terapia psicológica que modifique la conducta por otra menos dañina y le ayude a controlar su ansiedad. 

Entre las más efectivas están las que llevan al sujeto que porta el terror en sus dedos (el hábito de comerse las uñas de las manos compulsivamente), a conocer las causas en este tipo de terapias el porqué le lleva a morderse las uñas y lo que debe hacer para solucionar y cambiar esta conducta compulsiva. Es posible que detrás de ese trastorno haya un problema más grave a nivel psicológico o psiquiátrico que deba ser solucionado.  

miércoles, 1 de abril de 2020

martes, 24 de marzo de 2020

Sobre el aislamiento. Salud mental.


CUIDA TU SALUD MENTAL
EL AISLAMIENTO
El aislamiento es definido desde el psicoanálisis como un mecanismo de defensa ante la neurosis obsesiva. Consiste en aislar una manera determinada de comportarse, un pensamiento, una idea, una relación o cualquier conexión en el pensamiento que se vive como peligrosa y de miedos infundados. 

En los casos más graves se llega a la ruptura de la realidad y del desenvolvimiento normal del individuo en su vida diaria. Los tipos de aislamientos y sus manifestaciones van desde las pausas en el pensamiento, fórmulas hechas, rituales(físicos o imaginarios), todo ello para que produzca una ruptura en la sucesión temporal de los pensamientos o actos.
Un tipo de aislamiento sería el de tipo afectivo. El individuo afronta conflictos emocionales, ante amenazas internas o externas, separando las ideas de los pensamientos que van trasladando por asociatividad a su contenido, acción y forma. Se hace una separación general de lo afectivo con lo cognoscitivo, aunque en el pensar siempre haya una serie de traza o estela de esa afectividad de la que se pretende huir o maquillar a toda costa. Se podría decir que al pensar, idear, asociar o relacionar lo afectivo en algo distinto siempre tendrá parte nuclear de lo afectivo; y que al amar, se amará y se pensará sobre lo que se ama como una parte de lo amado. 

Hay que cuidar nuestra salud mental ante este tipo de aislamiento y ante el aislarse en sí y nuestra dificultad para relacionarnos con los demás, de manera general. Porque, de algunos de ellos se derivan o se relacionan otros tipos de aislamiento que nos afectan en nuestra vida diaria y crecen en magnitud. Por ejemplo: el aislamiento social.

Como especie, somos seres sociales. Y el tipo de aislamiento social puede ser por parte de una persona con el mundo y su entorno, o que la sociedad lo excluya por determinados comportamientos censurados y excluyentes entre sí. Generalmente, y cada caso es un caso, se dan en personas con carácter problemáticos en la vida social en común; a otros hechos derivados, como la dificultad para hacer amigos; rasgos decrecientes de su personalidad, como la timidez. Todo esto trae a nuestra consciencia sentimientos y sensaciones de aislamiento. 
Este tipo de personas suelen tener un sentimiento de valoración muy bajo. Se infravaloran. Aparecen en ellos con mucha facilidad un sentimiento de inferioridad ante los demás; son tímidas o temerosas a actos en público o en privado ante un grupo pequeño de personas e incluso en sus relaciones de pareja. 

Poseen baja autoestima.

Sus pensamientos siempre van en la misma dirección: no gusto a los demás, no soy lo suficientemente bueno, no destaco, no lo conseguiré, no soy apto, no pudo hacerlo, y todo ello abocado a una carencia de algo que los otros, en su pensamiento, sí tienen y en su justa medida o en exceso, por comparación consigo mismo. 

Todo esto le lleva a la persona a alejarse de manera involuntaria. Suelen ser juicios negativos sobre su persona, e inconscientemente dirigidos a autoexcluirse, retrotraerse y quedarse en la más absoluta soledad posible o con un grupo de personas que lo aceptan tal y como es y no dejan en “evidencia” sus “sentimientos de inferioridad e infravaloración”. Esto le lleva a quedarse en su zona de confort y no sociabilizar con los demás. Derivado de un juicio, que en rasgos generales, suele ser subjetivo con su zona de confort y las personas de su entorno más cercanos que les acepten: la familia, amigos del mismo rasgo de personalidad y caracteres. 

Todo esto se puede dar en cualquier etapa de la vida. Desde la niñez, hasta la vejez. Cualquier etapa de su vida puede verse afectada. Aquí, hay que hacer una distinción: están los que son tímidos, retraídos, o con tendencia a aislarse porque son así y los que se aíslan por un hecho traumático. Condiciones de abusos en la infancia, condiciones de crianza anormales, haber sufrido maltrato de algún tipo: bullying, acoso moral, ciberacoso, malostratos, hechos muy traumáticos que no se han podido superar. Además, estaría la sobreprotección de los padres como timidez de carácter que le impidió relacionarse con gente de su edad. 
Hay que destacar que la timidez de personalidad también puede venir subyacentes de un accidente médico o de cualquier minusvalía o incapacidad física, mental o psicológica. Algo que les imposibilite salir, relacionarse con los demás de manera sana y tolerante, obligándoles a apartarse de los demás y de las actividades normales que vengan desempeñando: trabajar, salir, practicar deporte.  Este tipo de personas que se aíslan por un problema médico derivado del nacimiento o de un accidente, desarrollan este tipo de problemas psicológicos, de comportamiento y determinados trastornos de personalidad por su incapacidad para llevar a cabo una vida sana y de plenitud. 

Y es que el aislamiento social se vive como una fuerza que no te permite ir más allá de unas posibilidades que de ser reales por una incapacidad física no puedes realizar, y las que son de carácter y de personalidad sin traumas, porque son así. Los traumáticos también lo vivirían y se podría considerar como un tipo de incapacidad psicológica al respecto que, lejos de ser una evidencia física por algún tipo de accidente médico o nacimiento, lo han vivido por heridas emocionales y psicológicas que no han sanado. 

En algún momento de nuestras  vidas hemos sentido la necesidad de estar solos. De tener nuestro espacio, de vivir al margen durante una temporada, y nos alejamos en consecuencia de quiénes nos rodean. Es algo totalmente normal.
El problema viene cuando todo se traslada a la vida normal y se hace un hábito, más que algo puntual y de cierto interés personal. Cuando dejamos de mantener todo tipo de relación con el exterior es cuando debemos de empezar a preocuparnos si se hace de manera ilimitada.


Esa situación merece nuestra atención. Ya que estamos ante un estado de aislamiento social. 

Porque, aquí viene una palabra que levanta asperezas: depresión. Este tipo de personas, también se aíslan de manera involuntaria aunque lo hagan de forma voluntaria, debido, a una enfermedad psicológica y mental. 

Esta enfermedad imposibilita la relación normal con los otros, y hace, que los sentimientos de infravaloración, timidez, pena, nostalgia y sensación de aislamiento sea visto como algo “normal”. La falta de seguridad y de autoestima, que la tienen muy baja, hacen que se aíslen y no puedan superar las condiciones de barrera de su aislamiento.  Además, de acercarse o verse seducidos por personajes con trastornos mentales similares al suyo o que sufran estas condiciones de aislamiento.

 Desarrollan problemas de aprendizaje, problemas de relaciones sociales, problemas de atención, y en la toma de decisiones. Tanto los que padecen y sufren la depresión, como los que se aíslan por incapacidades físicas y mentales de un accidente o por nacimiento a nivel médico, como los que son así de personalidad por traumas en la infancia o por traumas en el desarrollo de su vida diaria. 

Esto se debe a que nuestro cerebro necesita los estímulos adecuados del entorno. Si no los recibe, cae en una curva decreciente que facilita la depresión, además de nuestra autoestima. Es muy fácil, de esta manera verse envuelto en una situación de aislamiento social. 

Los consejos para salir de esta situación, en el caso de que no sea necesaria la ayuda de un profesional, son reanudar o activar los círculos sociales en los que la persona se sienta cómoda y de manera gratificante para su ánimo. Es básico el abrirse a nuevas experiencias, salir de la zona de confort, tener gente adecuada, que te pongas metas, situaciones nuevas y que experimentes la soledad de manera esporádica si no puedes evitarlo. 

Experiencias que obliguen a salir de casa, a interaccionar con otras personas y que rompan ese aislamiento social, a pesar de que los principios sean complicados. Puede parecer complicado al principio y que resulte difícil o que no haya ningún tipo de estímulo; sin embargo, cuando salgas de la zona de confort y rompas ese aislamiento te sentirás mejor contigo mismo y con lo que te rodea. Si eres tímido, estás en depresión o eres también antisocial, la baja autoestima y la depresión o estos rasgos de carácter y personalidad te harán sentir mal, pero es parte de un proceso que ayuda a romper el confinamiento del aislamiento social. 

El aislamiento social es un círculo vicioso de aislarse y no salir de todo aquello que nos aisla de la sociedad y de relacionarnos con nuestros semejantes. Querrás evitar el contacto, el estar solo te hará sentir mejor, pero es un proceso tóxico que te evita de hacer que salgas de ese aislamiento. 

Ese tipo de aislamiento social puede ser la motivación de algo más profundo en nuestra personalidad. Hay que indagar para saberlo de una manera más clara. Para disfrutar de tu vida y ser feliz. Todos nosotros tenemos la necesidad social de interactuar y relacionarnos con los demás. Averígualo: ¿me aislo por timidez? ¿por vergüenza? ¿por inseguridad? ¿por una discapacidad  física o mental? Todo ello es fruto de los pensamientos que están haciéndose en nuestra mente, además de experiencias pasadas que hemos vivido y que nos hemos creído como irrefutables. 

Otra variante sería la tecnología en el aislamiento. La tecnología facilita el aislamiento extremo ya que la barrera con el otro se difumina y aparece el elemento tecnológico. Gracias a todo ello, el aislamiento social se puede producir para casi todo: comprar, ver una película, salir de casa, ir a un concierto… se puede hacer todo a golpe de click.

Pero todo esto no es positivo. La tecnología se puede usar adecuadamente, pero su magnitud nos ha hecho que nos aislamos de una manera colectiva. Además de radicalizarse en los tipos de personas que se aíslan de manera natural. 
El aislamiento social deja de lado al mundo y a los otros. Es una manera de desconectar para algunos no de manera temporal, sino de una manera generalizada como entender la vida y vivir sus vidas de ese modo. No quieren relacionarse, no se relación con el otro, evitan situaciones que les lleven a relacionarse más. 

Tienen miedo de presentarse al otro; se deprimen, y dejan de lado todo aquello que les posibilite una mejor calidad de vida. 

Así pues, evitar el aislamiento social de manera generalizada en nuestras vidas es una manera saludable de vivir. Cuida tu salud mental con hábitos, prácticas y metodologías que eviten el aislamiento social o lo reduzcan todo lo posible. 

domingo, 15 de marzo de 2020

Viernes 13: la máscara que le dio vida a un asesino.


Viernes 13: la máscara que le dio vida a un asesino.
Muchas son las fiestas que aparecen en nuestro calendario. De santos, de animales, del padre, de la madre, de la mujer, de nuestras mascotas, de enfermedades… pero pocos son los que se atreven a olvidar el Viernes 13 fatídico que se nos presenta como Jason Voorhes en el papel que le dio vida Ari Lehman. La creación del personaje en su dinámica fue por parte de Victor Miller con contribuciones de Sean S. Cunningham, Tom Savini y Ron Kurz.
Esa máscara que llegó al cine de terror marcando la misma fecha en el calendario de muchos amantes de este desinteresado género. La máscara de los porteros de hockey acabo por simbolizar el terror de la mano de Sean S. Cunningham. Y fue como antecedente el precursor deportivo Jacques Plante: arquero de los Montreal Canadiens, que creó la máscara de hockey. Porque, hasta 1959, los porteros no contaban con máscara de hockey que les permitieran protegerse de los golpes. Estaban indefensos ante el puck-el disco-, haciéndoles todo tipo de lesiones.
Unas más graves, otras menos. Pero siempre lesionaban o generaban dolor.
Jacques Plante exigió-y planteó- contar con un elemento que protegiera al arquero y sobre todo salvaguardar el rostro de los constantes golpes de los partidos de hockey. La idea que planteaba Jacques Plante en un principio era descabellada; pues reducía la visión de campo y eso afectaría al desempeño del arquero. El 1 de noviembre de 1959, entre el partido de los Montreal Canadiens y los NY Rangers, Jacques Plante siguió insistiendo y acabó por fabricarse su propia máscara hecha de fibra de vidrio. Evitó heridas en el rostro, y no sólo en lo cuantitativo mejoró, sino en lo cualitativo: mejoró como arquero.
Lo señalaron como un cobarde por portar con esa máscara y que no era capaz de poner toda su humanidad delante del partido y evitar que el contrario marcara. Con el tiempo, otros porteros acabaron por imitar la novedad de Jacques Plante. Ya que las situaciones y los sufrimientos en los partidos eran similares y de la misma amarga acritud para el responsable de las victorias o de las pérdidas.
La acogida de la máscara fue adoptando cambios en su forma.  Se amarraba a la cabeza con cintas, se agregaron agujeros para mejorar la transpiración. Inclusive, se cambiaron algunos uniformes de hockey para adaptar el cambio de la máscara a sus indumentarias deportivas.
Su apariencia era aterradora. Y años más tarde, de la mano del cine fue todo un símbolo del cine de terror. Según relata la cultura popular-y los creadores de la saga-, uno de los integrantes de la producción de Viernes 13 era un gran aficionado al hockey sobre hielo y vio los cambios que se producían con esa máscara en los arqueros sobre hielo y se atrevió a decir a Sean S. Cunningham, director de la cinta, que lo incorporara al personaje de Jason Voorhes. En concreto, el portero de los Detroit Red Wings.
Ari Lehman que le dio vida al personaje de terror en la cinta de Viernes 13 terminó utilizando la máscara de los porteros sobre hielo en un imponente partido de muerte y destrucción. La película sentó los precedentes en el género de terror y en uno de los deportes más populares de Estados Unidos. Hizo un icono de terror de un deporte nacional.
Gracias a la utilización de la máscara y del icono de terror que forjó en el cine, hoy en día, en las celebraciones de halloween muchos fanáticos del cine, en el buen sentido, utilizan la máscara de Jason Voorhes en la tradicional fiesta.
Marcaremos la fecha en el calendario cuando sea Viernes 13. Además, del precedente asentado por la Jacques Plante a la hora de incorporar la máscara como accesorio necesario a la indumentaria del hockey sobre hielo. También, como recordatorio de un icono a un asesino con fiesta nacional y representante del cine de terror.